Saltar al contenido

Julio Cortázar: 40 años de su partida, un legado que perdura en la literatura mundial

El 12 de febrero de 1984, el mundo literario sufrió una pérdida irremplazable con la muerte de Julio Cortázar, uno de los escritores más influyentes del siglo XX. A 40 años de su partida, su obra continúa resonando en la literatura mundial, revalorizando su legado y su impacto en las generaciones presentes y futuras.

Muiños de Vento |  13/02/2024

Nacido el 26 de agosto de 1914 en Bruselas, Bélgica, Cortázar pasó sus primeros años de vida en Argentina, donde desarrolló una pasión temprana por la lectura y la escritura. Su formación como maestro lo llevó a trabajar en diferentes lugares del país, pero su verdadero destino se encontraba más allá de las fronteras argentinas.

En 1951, Cortázar se estableció en París, una ciudad que se convertiría en su hogar durante gran parte de su vida adulta. Fue en esta época donde consolidó su carrera como escritor, influenciado por el ambiente intelectual y artístico de la capital francesa. Su obra, caracterizada por una narrativa innovadora y experimental, desafió las convenciones literarias de su tiempo y lo posicionó como una figura destacada en el panorama literario internacional.

Julio Cortázar en París

Desde la mirada de sus contemporáneos, autores como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa y Carlos Fuentes, entre otros, destacaron su genialidad y la influencia de su obra en la literatura latinoamericana y mundial. García Márquez lo llamó «el mejor prosista de nuestra lengua», mientras que Vargas Llosa lo consideró un maestro de la forma y el lenguaje.

Cortázar representa un desafío y una invitación a explorar nuevos horizontes literarios. «Rayuela», ha sido recibida con entusiasmo y admiración por aquellos que buscan una experiencia de lectura diferente y enriquecedora. Los lectores encuentran en sus escritos una combinación única de inteligencia, sensibilidad y creatividad, que los lleva a reflexionar sobre la vida, el amor y la condición humana.

Identidad, libertad, por supuesto amor y también alienación se reflejan en su obra a partir de su perspectiva original y provocativa. Sus cuentos, reunidos en colecciones como «Bestiario» y «Final del juego», se destacan por su capacidad para crear atmósferas inquietantes, donde lo fantástico y lo cotidiano se entrelazan de manera magistral.

Además de escritor, Cortázar fue un intelectual comprometido con su tiempo, un defensor de los derechos humanos y crítico de las injusticias sociales. Su participación activa en movimientos políticos y culturales de su época, así como su apoyo a causas solidarias, lo convirtieron en una figura respetada dentro como fuera del ámbito literario.

En este aniversario celebramos la vida y la obra de Julio Cortázar, maestro de la palabra cuyo legado perdurará por generaciones, invitándonos a explorar nuevos horizontes en el vasto universo de la literatura.

Dos meses antes de morir, Cortázar pasó una semana en Argentina

Dos ciudades amadas, dos recorridos personales.

Buenos Aires forma parte de su tour literario. El recorrido organizado por la periodista y guía Mariana Iglesias, atraviesa lugares emblemáticos del escritor como Diagonal Norte, Plaza de Mayo, el Estadio Luna Park y la calle Florida, entre otros. Cada punto constituye un espacio distintivo en la vida y obra del autor. Agronomía, es uno de los destinos destacados del recorrido. En este barrio, Cortázar vivió una parte significativa de su vida, y la calle Artigas, rebautizada como Julio Cortázar, es testigo de su legado.

Palermo también ocupa un lugar  en el corazón de Cortázar, la ex Placita Serrano (hoy con su nombre) refleja otro paisaje influyente en su literatura. Ni qué decir de la Biblioteca Nacional Mariano Moreno, donde actualmente la plaza central, bautizada como Rayuela, invita al juego y a la lectura.

La Escuela Normal Superior N2 Mariano Acosta es un lugar cargado de significado, pues Cortázar estudió allí durante su juventud. Lugares icónicos como el Teatro Colón, donde Cortázar encontró inspiración en la música de maestros como Arturo Toscanini o el mítico Luna Park, que remite a su pasión por el boxeo, allá por los años 40, también lo contiene. Escenas surrealistas y de atmósferas fantasmales siguen guardadas en Plaza de Mayo, mientras que la confitería London, tributa al autor de “Los Premios”, novela a la que alude, a través de fotos y objetos.

Julio Cortázar en París

París y las calles del Asombro.

Sin dudas la Ciudad Luz es reflejo del lugar en el mundo para Cortázar, no sólo por verlo crecer como escritor y novelista, fue allí donde constituyó sus valores y principios como referente intelectual y global.

Este tour predilecto de Cortázar tenía como punto de partida la famosa Place de l’Observatoire, desde donde iniciaba su travesía con paso firme y mirada curiosa. Siguiendo los pasos del escritor por las calles adoquinadas, se revelaba una París oculta, poblada de rincones insólitos. Uno de los hitos ineludibles era la Rue de Seine, enclave bohemio donde Julio encontraba la esencia misma del surrealismo que tanto admiraba. Los cafés literarios, las librerías y las galerías de arte eran paradas obligatorias.

No obstante, el corazón de este viaje era, sin duda, el Barrio Latino, cuyas calles estrechas y bulliciosas encerraban un universo de posibilidades. Cortázar se perdía entre los laberintos de la Sorbona y se dejaba llevar por la música de los acordeones.

Pero más allá de la influencia en su obra, París dejó una marca indeleble en la vida personal de Cortázar. Fue en esta ciudad donde conoció a su compañera, la también escritora Carol Dunlop, con quien compartió su vida y su pasión por la literatura. Además, París fue testigo de su compromiso político y su activismo en favor de las causas sociales, como lo evidencian sus escritos y su participación en movimientos de izquierda durante los años sesenta.

Julio Cortázar y Carol Dunlop

Durante su estancia en París, Cortázar se sumergió en el mundo del jazz, frecuentando clubes nocturnos legendarios como Le Tabou o Le Caveau de la Huchette, donde la música fluía sin cesar y la improvisación reinaba suprema. Allí, en medio del humo y la atmósfera bohemia, Cortázar encontró inspiración para su propia obra, capturando la energía frenética y la esencia improvisada del jazz en relatos como «El perseguidor» o «Final del juego».

El jazz, con su ritmo sincopado y su espíritu rebelde, se convirtió en una metáfora perfecta para la escritura de Cortázar, donde la estructura convencional se desdibujaba y la experimentación lingüística abría nuevas posibilidades expresivas. Sus cuentos, al igual que una improvisación de jazz, fluían libremente, rompiendo con las convenciones narrativas y explorando territorios inexplorados del lenguaje y la imaginación.

Julio Cortázar y el jazz

Además, Cortázar cultivó amistades con músicos de jazz en París, como el legendario saxofonista argentino Gato Barbieri, cuya música influyó profundamente en su obra y con quien compartió su pasión por la improvisación y la exploración sonora.

En resumen, la relación entre Julio Cortázar, París y el jazz es una historia de encuentros y resonancias, donde la ciudad, la música y la literatura se entrelazan en una sinfonía de creatividad y libertad. Para Cortázar, París fue más que un escenario; fue el telón de fondo perfecto para dar rienda suelta a su imaginación y explorar nuevos horizontes estéticos y existenciales, en compañía del inconfundible ritmo del jazz.

Ver más artículos

Ilustracion de chica leyendo
Libros a la medida de San Valentín
Chico leyendo Ebook
¿Un e-book es un libro en PDF?
Nobel Prize in Literature 2022
Annie Ernaux (o cómo narrar en clave de autoficción)
Willy Wonka
El Dahlgate
Ir al contenido